Se llama “Museo Casa Histórica de la Independencia” y no “Casita de Tucumán”
2016 es el año del Bicentenario de la Independencia de Argentina. Es el momento en el cual conmemoramos la ruptura definitiva de la dominación española sobre estas tierras.
Y digo “conmemoramos” en el sentido más federal, pensando en los argentinos, en todos, sin distinción de bandera política, estrato social o creencias religiosas.
La historia cuenta que, si bien los primeros pasos independentistas comenzaron en 1810 con la “Revolución de Mayo”, la confirmación llegó seis años más tarde, el 9 de julio, en Tucumán. Aquí, en el Jardín de la República. Y me detengo en esta cuestión porque no fue en Buenos Aires, que desde tiempos inmemoriales es el ombligo de un país fragmentado entre Capital e Interior. Cada vez que leo o escucho esta segmentación me pregunto: ¿El “Interior” de qué? ¿El “Interior” de quién?
En 2010, en Buenos Aires y bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, se organizó un festejo por los 200 años de la “Revolución de Mayo”. La celebración duró varios días y fue tan grande que difícilmente sea superada. Hasta, incluso, por el mismísimo Bicentenario de la Independencia. Pero, ¿qué fue más importante? ¿La Revolución o la Independencia? Para mí -y me atrevo a decir que para todos los tucumanos- la última. La Revolución es clave y sin ella no habría Independencia, pero es la acción final la que rompe las cadenas. Al menos, en los papeles. De la práctica no nos vamos a ocupar aquí. Durante décadas, las revistas educativas (Billiken, Anteojito, etc.) se encargaron de adoctrinar a los niños con una idea de Independencia errónea desde el primer párrafo, donde se presenta al Museo Casa Histórica de la Independencia como la “Casita de Tucumán”, minimizando su importancia histórica y reduciéndola a la simpatía de un diminutivo. Que, dicho sea de paso, poco nos simpatiza a los tucumanos. Por eso, por el respeto a la historia, por la magnitud del hecho y la importancia de haberse celebrado en Tucumán es que le pedimos, estimado lector, como pueblo tucumano, como una de las provincias motoras del país, que no sea pelotudo: el lugar donde se declaró la Independencia se llama “Museo Casa Histórica de la Independencia” y no “Casita de Tucumán”.
2016 es el año del Bicentenario de la Independencia de Argentina. Es el momento en el cual conmemoramos la ruptura definitiva de la dominación española sobre estas tierras.
Y digo “conmemoramos” en el sentido más federal, pensando en los argentinos, en todos, sin distinción de bandera política, estrato social o creencias religiosas.
La historia cuenta que, si bien los primeros pasos independentistas comenzaron en 1810 con la “Revolución de Mayo”, la confirmación llegó seis años más tarde, el 9 de julio, en Tucumán. Aquí, en el Jardín de la República. Y me detengo en esta cuestión porque no fue en Buenos Aires, que desde tiempos inmemoriales es el ombligo de un país fragmentado entre Capital e Interior. Cada vez que leo o escucho esta segmentación me pregunto: ¿El “Interior” de qué? ¿El “Interior” de quién?
En 2010, en Buenos Aires y bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, se organizó un festejo por los 200 años de la “Revolución de Mayo”. La celebración duró varios días y fue tan grande que difícilmente sea superada. Hasta, incluso, por el mismísimo Bicentenario de la Independencia. Pero, ¿qué fue más importante? ¿La Revolución o la Independencia? Para mí -y me atrevo a decir que para todos los tucumanos- la última. La Revolución es clave y sin ella no habría Independencia, pero es la acción final la que rompe las cadenas. Al menos, en los papeles. De la práctica no nos vamos a ocupar aquí. Durante décadas, las revistas educativas (Billiken, Anteojito, etc.) se encargaron de adoctrinar a los niños con una idea de Independencia errónea desde el primer párrafo, donde se presenta al Museo Casa Histórica de la Independencia como la “Casita de Tucumán”, minimizando su importancia histórica y reduciéndola a la simpatía de un diminutivo. Que, dicho sea de paso, poco nos simpatiza a los tucumanos. Por eso, por el respeto a la historia, por la magnitud del hecho y la importancia de haberse celebrado en Tucumán es que le pedimos, estimado lector, como pueblo tucumano, como una de las provincias motoras del país, que no sea pelotudo: el lugar donde se declaró la Independencia se llama “Museo Casa Histórica de la Independencia” y no “Casita de Tucumán”.
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