La Provincia ya no tiene Ley de lemas pero lo mismo en las próximas elecciones los cuartos oscuros estarán abarrotados de votos. Las mañas de los políticos siguen dando vergüenza en la democracia. Los tucumanos festejaron la derogación de la ley de lemas. Es que en cada acto eleccionario, al estar en vigencia esta ley cada elector debía ingresar al cuarto oscuro y encontrarse con miles de votos de candidatos que participaban en los distintos cargos posibles de postulación. Lo curioso era que todos estos lemas siempre terminaban sumando a una fórmula de cabecera que estaba integrada por el Gobernador y Vice. La nueva Constitución de la Provincia sin embargo habilitó una nueva manera o rebusque que nuevamente engorde a la fórmula de cabecera que ostenta el poder y otra vez el sistema sufra actitudes que en nada ayuda al libre ejercicio de la democracia. El famoso acople que inventó la última Asamblea Constituyente es la creación de distintos partidos que puedan apoyar a una misma fórmula de cabecera. En ese sentido el gran ganador por la cantidad de acoplados será Alperovich. Ha sido tanta la cantidad de partidos, que aunque es ostensiblemente menor que en el 2003, la cantidad de candidatos sigue siendo bastante para una Provincia que necesita un poco más de seriedad en el acto eleccionario. Una vez más las mesas de los cuartos oscuros estarán abarrotadas de votos de los distintos partidos. Los candidatos son miles y esa situación no beneficia al sistema democrático. La elección se ha convertido en una cuestión de marketing y de estructura para colocar fiscales en la mayor cantidad de mesas que les aseguren a los candidatos un defensor territorial. Por otra parte los postulantes en muchos casos ya están preparando sus armas clientelares, con la movilización de punteros que les aseguren las viejas prácticas ilegales. Lamentablemente Tucumán no logra madurar en el ejercicio de la democracia y vicia el primer acto necesario del sistema como lo es una elección. Lamentablemente en la provincia quienes ostentan el poder se aferran a él en nombre de todos pero con la única consigna de mantenerse para seguir usufructuando de él. Parece que llámese lema o acople, todo cambia para que todo siga igual.
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