Desde el inicio el seleccionado argentino le tiró su chapa encima a los surcoreanos. El equipo de Maradona no dudó un instante en plantarse en campo contrario y salir a buscar el gol. Con Lionel Messi y Carlos Tevez retrocediendo para entrar en juego, y el equipo tuvo circuitos y triangulaciones por derecha, con las subidas de Maxi Rodríguez y por izquierda, con Angel Di María. La salida de Juan Sebastián Verón, aunque suene raro, le dio más fútbol al equipo, porque con los dos volantes abiertos siempre era posible cambiar de frente o volver a atrás y avanzar en forma de abanico, como hace el Barcelona. Así el equipo argentino fue arrinconando a Corea del Sur, entrando por las puntas, intentando por el medio, pero sin tener mucha profundidad. De todos modos, el gol se venía venir, porque el partido se jugaba muy cerca del área coreana y cualquier error sería fatal. Y el error llegó, luego de un centro al área de Messi, el delantero coreano Park, no el del Manchester, “el Park malo” quiso rechazar y mandó la pelota al fondo de la red. La ventaja para los de celeste y blanco era más que justa. Los surcoreanos intentaron reaccionar y un remate de larga distancia del “Park bueno”, el que era compañero de Tevez, casi sorprende al siempre atento Sergio Romero. Esa fue la única insinuación del conjunto asiático. Todo fue del seleccionado argentino, que cuando se inspiraba Messi podía llegar al tercero antes del segundo. Pero tuvo que llegar antes el segundo, en otra jugada de pelota parada, peinó Demichelis y entró Higuaín por el segundo palo, para de cabeza establecer el 2 a 0.
El partido estaba tan claro que la goleada era inminente. Messi tuvo el tercero pero la pelota que picó con clase se fue desviada. Cuando el primer tiempo se moría un error de Demichelis, quien dejó pasar una pelota sencilla, se confió y un coreano lo aprovechó para descontar y darle vida a un equipo que estaba muerto.
Pero el equipo argentino no pareció sentir el impacto, pese a estar a tiro de sufrir el empate.
Salió a jugar el segundo tiempo con la misma actitud del inicio del partido, presionado, con Javier Mascherano parado más adelante, los volantes atacando y los puntas inquietando siempre.
Messi no pesó como ante Nigeria, pero pidió la pelota siempre, buscó, se asoció con sus compañeros, arrastró marcas y le dio más libertad a Tevez. Corea estuvo cerca de llegar al empate en un par de oportunidades, pero Argentina siempre dominó el partido aunque cedió un poco la posesión de la pelota.
Cuando parecía que habría sufrimiento, aparecieron los goles de Higuaín para poner justicia en el resultado.
Las dos veces definió abajo del arco, en el primero aprovechó un rebote en el palo luego de una gran jugada de Messi y en el segundo, su tercero personal, el cuarto de la Selección, aprovechó una asistencia precisa de Sergio Agüero. La Selección logró lo que vino a buscar, ganar, golear y buscar, porque eso fue lo que intentó, como ante Nigeria, día en que el arco se le cerró a Higuaín pero hoy se le abrió, algo que provocó que el equipo ya piense en los octavos de final.
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