Renunció el jefe de Policía de Ecuador tras la violenta revuelta de la fuerza. La dimisión fue confirmada por voceros de la fuerza; al menos dos personas murieron y 80 resultaron heridas; "Aquí no habrá olvido ni perdón", dijo Correa tras dejar el hospital en el que estuvo recluido. El comandante de la Policía de Ecuador, Freddy Martínez, dimitió a su cargo tras la revuelta policial que provocó un caos institucional y terminó en un violento enfrentamiento con militares y en la retención del presidente, Rafael Correa, durante varias horas, además de un saldo de dos muertos y al menos 80 heridos. La dimisión fue confirmada por el portavoz de la entidad. "Anoche me dijo que presentó la renuncia. Hoy lo anunciará en conferencia de prensa", declaró el portavoz a la agencia Reuters.
Además, la noticia fue confirmada por varios medios ecuatorianos. Tras la violenta jornada, Ecuador parecía regresar poco a poco a la calma, pero aún los policías no retornaban a sus actividades habituales, según reportes de radios locales. Correa, se dirigió anoche a miles de sus partidarios en la Plaza de la Independencia tras ser liberado del hospital donde estaba recluido desde el mediodía. La crisis dejó al menos dos muertos y 88 heridos, según indicó la Cruz Roja. Correa saludó a sus simpatizantes que lo esperaban frente a la sede del Ejecutivo, y aseguró: "Es un día de profunda tristeza que jamás creí que iba a llegar en mi gobierno que sólo busca el buen vivir", señaló. "Hay muchos infiltrados de partidos políticos bien conocidos", sostuvo el presidente para explicar los motivos de la revuelta. Agradeció a los ciudadanos que fueron a "rescatarlo" al hospital y que, según dijo, fueron recibidos con "gas pimienta, gas lacrimógeno, con pedradas", supuestamente por policías sublevados. Correa comentó que entre los insurgentes había policías uniformados de tropa, pero agregó que seguramente debieron haber estado opositores de partidos políticos. "Muchas gracias a esos héroes que me acompañaron en esta jornada", dijo al mencionar entre ellos a sus guardias personales, ministros y asambleístas que lo acompañaron en el cuarto del hospital "dispuestos a dar la vida" por el presidente. El gobernante aclaró que "jamás cedieron" ni aceptaron "negociar nada bajo presión" y señaló que no habrá impunidad. También expresó su agradecimiento a los presidentes que lo llamaron a solidarizarse. Indicó que en el Regimiento Quito, a donde acudió para dirigirse a los policías sublevados, sintió "como una puñalada en la espalda" al ver la situación pues, a su criterio, ningún gobierno ha atendido tanto a la institución policial. Más calmado, y portando la banda presidencia, Correa habló por la madrugada por cadena nacional: "No habrá perdón ni olvido. Lo que ocurrió aquí fue una sublevación muy grave. No una sublevación por una recomposición salarial, fue una conspiración", insistió. Además, sostuvo: "La policía nacional seguirá contando con nuestro apoyo". No obstante, remarcó que "todos los que participaron en esta irracionalidad que a creado tanto dolor y ha dejado al país tan mal ante el mundo, que abusaron de las armas que le dio al sociedad a la que pertenecen, tendrán su sanción correspondiente". El operativo. En la zona del hospital en la que permanecía Correa, quien debió resguardarse tras ser agredido por uniformados en medio de la sublevación, las fuerzas militares fueron cercados por casi un centenar de policías motorizados antes de llegar al centro médico. Portando banderas del movimiento oficialista Alianza País, los militantes de Correa fueron dispersados con gases lacrimógenos. Tras casi 35 minutos de intercambio de disparos, los militares evacuaron a Correa en una camioneta que partió a toda velocidad en medio de fuerte resguardo militar. Después del operativo Correa llegó al Palacio de Carondelet, en donde dirigió un discurso a una multitud de seguidores que se mantuvieron horas concentrados en el lugar y lo vitorearon cuando apareció en el balcón que da a la plaza. Encierro. "De aquí salgo como presidente o salgo como cadáver. Me siento secuestrado, no me dejan salir", había advertido el mandatario desde el hospital. El gobierno de Ecuador decretó ayer el estado de excepción (de sitio) en todo el territorio nacional por una semana y delegó en las Fuerzas Armadas la seguridad interna y externa del país. Mientras en las calles de varias ciudades del país se produjeron saqueos a supermercados, robos a bancos y diversos enfrentamientos. Disturbios. El canal público de Ecuador ECTV denunció en vivo ayer que policías y personas vestidas de civil entraron a sus instalaciones para tratar de cortar su señal y suspender la transmisión de los hechos."Ingresaron, rompieron vidrios y llegaron a los estudios", dijo una de las personas que se encontraba en el interior del canal que prefirió el anonimato. Repercusiones. El ex presidente de Ecuador Lucio Gutiérrez pidió disolver el Parlamento y llamar a elecciones presidenciales anticipadas como solución a la crisis. En declaraciones desde Brasilia, Gutiérrez, al que Correa vinculó con las protestas de ayer, dijo que "el único responsable" de esta crisis y del "caos" y la incertidumbre que a su juicio reinan en Ecuador es "el gobierno abusivo, corrupto, prepotente de Rafael Correa".
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