Grondona: un patriarca sin otoño. Con 80 años recién cumplidos, Don Julio le confirmó a su círculo íntimo que irá por su noveno mandato. Las claves de una reelección cantada. El otoño no termina de llegar para el patriarca. Quizás porque no haya otoño posible para alguien que, como Julio Grondona, ya hace rato viene haciendo de la acumulación y el ejercicio del poder no sólo una forma de vida, sino el propio norte de su existencia. Lo cierto es que, por si algo faltaba para saberlo, él mismo confirmó ayer que irá por una nueva reelección como presidente de la AFA. Amenazada tal vez como nunca antes su permanencia en el cargo por un rival autopostulado (Daniel Vila) y otro que no termina de definirse pero al que varios ven con buenos ojos (Fernando Raffaini, presidente del Vélez ejemplo y campeón), Grondona terminó de decidir lo que ya había decidido en realidad mucho antes. La confirmación que sus familiares y adláteres esperaban de su propia boca llegó este último domingo, en pleno festejo de su cumpleaños número 80. Porque sí, Grondona nació un 18 de setiembre de 1931, cuando el fútbol en argentina recién comenzaba a ser profesional como consecuencia de un verdadero Golpe de los Grandes, muy parecido al que un año antes había derrocado a Hipólito Yrigoyen e instaurado una dictadura militar en el país. El recuerdo de aquellos tiempos no tiene necesariamente que inspirar comparación alguna: desde entonces, mucha agua ha pasado por debajo del puente. A tal punto, que uno de esos clubes que en 1931 comenzaban a dominar al resto con mano de plomo hoy está en la segunda categoría, y ninguno de los otros deja de mirar más no sea que de reojo la tabla de promedios. Por fin, en el fútbol y en el país ya no hay dictaduras posibles. Al menos, formalmente. Está claro: las cosas distan mucho de ser como lo eran en 1979, cuando bajo otro gobierno militar Grondona comenzaba el primero de los ocho mandatos consecutivos que lleva al frente de la AFA. Y por eso, en octubre o noviembre será la Asamblea General del organismo lo que, a mano alzada seguramente para ahorrar tiempo y -de paso- exponer bien a cada votante, decida la elección o no de Don Julio por un nuevo período de cuatro años. Eso, acaso, fue lo único que se mantuvo constante desde aquel 6 de abril de 1979 en que, con la venia del Contraalmirante Carlos Lacoste (verdadero amo del fútbol argentino por aquel entonces), Grondona fue electo por primera vez en el edificio de la calle Viamonte. Por lo demás, y dándole la razón en cierto modo a ese “Todo Pasa” grabado en su legendario anillo, todo cambió en estos últimos 32 años. Y él también. Si algo podía exhibirse como mérito del Grondonato, de hecho, era hasta hace unos años su absoluta independencia y prescindencia respecto del poder político. En eso, ninguna administración anterior del ente podía rivalizar siquiera mínimamente con la del viejo ferretero de Avellaneda. Sin embargo, él mismo no tuvo problemas en echar todo eso por la borda con la creación del “Fútbol para Todos” allá por 2009. Desde entonces, más allá de lo malo y lo bueno que ello pueda tener, la AFA ha vuelto a estar sujeta al Gobierno como desde hace muchísimas años no lo estaba, al extremo de que ni hizo falta que su Comité Ejecutivo se expidiera al respecto para que, por clara y unilateral imposición de funcionarios estatales como admiten en la propia calle Viamonte, el actual Apertura de Primera recibiera el nombre de “Torneo Néstor Kirchner” con el que ya había sido bautizado el Clausura que Vélez ganó este año. Tal vez sea precisamente esa sujeción a la administración “K” lo que permita hoy a Grondona presentarse para un noveno ejercicio. Porque, en rigor de verdad, el hombre ya ha entregado gran parte de ese manejo que antes pasaba casi exclusivamente por él. Y entonces, podrá seguir disfrutando de un poder nunca aleatorio ni menor en sus manos. Pero cada vez más testimonial que real.
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