19 dic 2013

SANTIAGO DEL ESTERO ES UNA ZONA CALIENTE DE LA COCAINA

Santiago está dentro de la zona caliente de la cocaína en La Argentina
Un informe de las Naciones Unidas indica que el país es el tercer exportador de cocaína del mundo, pese a que no produce coca, y sitúa como zona caliente del negocio a Santiago del Estero donde por “descontrol aéreo” recepta vuelos clandestinos provenientes de Bolivia y Paraguay.A fines de junio de este año se terminaron dos informes muy severos para el país elaborados por las Naciones Unidas: Argentina fue considerada como el tercer “exportador” de cocaína del mundo (pese a que en el territorio nacional no se produce coca), detrás de Colombia y Brasil, y el primer consumidor de esta droga en América latina. El informe indica además el camino que recorre la droga en su ingreso al país y en ese sentido, sitúa a Santiago del Estero y Córdoba como los lugares adonde llegan las sustancias prohibidas, por aire en vuelos clandestinos que bajan en pistas ilegales. ¿Por dónde ingresa tanta droga? Argentina limita con el tercer productor mundial de cocaína (Bolivia) y con el primer generador sudamericano de marihuana (Paraguay). El control fronterizo del norte del país se debilitó años atrás cuando los efectivos de Gendarmería fueron llamados a combatir la inseguridad en el conurbano bonaerense y según expertos que investigan el tema narcotráfico, “esa falla fue percibida de inmediato por las organizaciones de narcocriminalidad. Ellos, mediante el apoyo logístico y de seguridad de sus actores locales, incrementaron sus operaciones en territorio argentino”. “No hubo una implementación de tecnología de punta para contrarrestar el narcotráfico en su variante más tenaz: los vuelos clandestinos”, indicó un investigador en un informe publicado por La Voz del Interior de Córdoba.
“Por ejemplo –describió–, para la puesta en marcha de la operación Escudo Norte, se readaptaron radares que cuentan con décadas de uso. El resultado evidente fue el rotundo fracaso, porque las incautaciones siguieron siendo por investigación criminal, análisis de perfiles de riesgo, interdicción y no por intervención de los radares. Con el dinero que se invirtió mal en costear esos radares, se pudo adquirir otro tipo de tecnología de avanzada y acorde a los tiempos que corren”.
En dos años de operaciones, los radares Rasit nunca detectaron un solo TAI (tránsito aéreo irregular) ; sólo hubo informes por vuelos no declarados de fumigadores. Además, en caso de haberlo realizado, se hubiera topado con un problema seguro: a diferencia de otros países sudamericanos, Argentina no tiene ley de derribo que fije los diferentes pasos que se deben seguir de manera obligatoria para intentar que un avión clandestino cese de volar.
Inteligencia interior
Ante esto, son varios los que sospechan que, detrás de Escudo Norte, más que combatir a los “narcos” lo que se pretende es desarrollar una operación encubierta de inteligencia interior. “En realidad, lo que se busca con la investigación de narcotráfico es realizar tarea de espionaje, de inteligencia interna. Ahora no creo que lo digan, porque sería contraproducente, pero no sería extraño que en un futuro anuncien que el Ejército también va a investigar el narcotráfico, lo que le daría vía libre para hacer espionaje”, interpretó uno de los especialistas consultados.
¿Cómo es esto? Según esta fuente, involucrarse en las pesquisas de tráfico de drogas siempre es un buen pretexto para desplegar, en realidad, tareas de inteligencia interna en el país. “Pantalla” que suelen utilizar Gendarmería, Prefectura o cualquier Policía provincial. Ahora, el temor es que las Fuerzas Armadas también se plieguen a esta práctica.
“Por ejemplo –explicó el especialista–, podrían poner a un grupo del Ejército en el Centro de Córdoba. Ellos dicen que están siguiendo una supuesta operación ‘narco’ y nadie les puede preguntar mucho más, porque no tienen la obligación de revelar el contenido de la pesquisa. Y, en realidad, capaz que allí estén haciendo seguimientos a políticos, a organizaciones sociales, a cualquier persona”. Con tecnología obsoleta, anuncios rimbombantes contrastados con escasa inversión, una legislación anacrónica, desconfianza entre las fuerzas de seguridad que deben trabajar de manera coordinada, recursos redireccionados a otros fines poco claros, los cielos continúan abiertos para que los “narcos” hagan del país el paraíso que ellos quieren.
En octubre, en El Bobal, 140 kilómetros al norte de Santiago del Estero, una avioneta con matrícula de Paraguay aterrizó de emergencia en un establecimiento agrícola, donde los peones rurales atraparon al piloto y avisaron a la Policía. Llevaba 200 kilos de marihuana. En tanto, en diciembre, cerca de Rosario de la Frontera, Salta, aterrizó un monomotor Cessna 210, con matrícula de Bolivia, al parecer también por problemas técnicos. Dos camionetas se llevaron la carga (se sospecha que era cocaína) y al piloto. Cuando la Policía llegó al lugar, alertada por los pobladores, encontró sólo la avioneta abandonada. “Las incautaciones se practicaron sin ninguna información del Sistema de Defensa respecto de la existencia de estos TAI, ya que obedecieron a causas fortuitas y en algunos casos a una gran colaboración de los pobladores y policías locales”, reconoció un hombre que desde hace décadas ocupa un lugar central de lucha contra el narcotráfico en una fuerza de seguridad del país. 

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