El increíble auto de Pablo Perez Companc
El extraño heredero de “Goyo” le compró al argentino Horacio Pagani un vehículo que cuesta 2.2 millones de euros. La relación con sus otros hermanos corredores.
A sus autos les habla en inglés. Cada vez que tiene que dejar Miami, lo lamenta un poco por ellos, que quedan estacionados a la espera de su regreso. “Los voy a extrañar, chicos”, les dice Pablo Perez Companc, les saca una foto y comparte su pena en las redes sociales. “La verdad es que para mí no son autos simplemente, sino mis hijos”, explica a NOTICIAS desde Italia, adonde viajó para retirar un nuevo auto-hijo: un Pagani Zonda Revolución valuado en 2,2 millones de Euros (diseñado por el argentino Horacio Pagani) al que él apodó “Black Minion”, como los muñequitos de “Mi villano favorito”. Es imposible patentarlo, no se lo puede sacar a la calle siquiera: es casi un Fórmula Uno y solo puede manejarse en pistas privadas. Es un juguete caro, pero Pablo está en condiciones de permitírselo. “Es que correr es una pasión que llevo en la sangre, igual que mi viejo”, dice. El viejo es Gregorio Perez Companc, el tercer hombre más rico del país y uno de los pocos argentinos cuya fortuna alcanza para entrar en el ranking Forbes. Hermanos. Estuvo unos dos años peleado con Luis, que hoy maneja los destinos de Molinos. También con Jorge, corredor de Rally. No le gusta hablar de eso, solo dice que hoy está “once puntos”: “A mis hermanos los adoro a los seis”, insiste. La pelea, contó alguna vez, tuvo que ver con un malentendido económico entre Pablo y el manager automovilístico de su hermano. Dice que, en Argentina, es imposible ser un Perez Companc sin que la gente quiera sacarle plata. Por eso se mudó a Miami y se hace llamar Perez a secas. “En Argentina siempre fui ‘el hijo de’. Afuera soy uno más, aunque ahora con 31 me di cuenta de que cada uno puede pensar lo que quiera, cada uno sabe la persona que soy por más que sea ‘el hijo de’”.
El extraño heredero de “Goyo” le compró al argentino Horacio Pagani un vehículo que cuesta 2.2 millones de euros. La relación con sus otros hermanos corredores.
A sus autos les habla en inglés. Cada vez que tiene que dejar Miami, lo lamenta un poco por ellos, que quedan estacionados a la espera de su regreso. “Los voy a extrañar, chicos”, les dice Pablo Perez Companc, les saca una foto y comparte su pena en las redes sociales. “La verdad es que para mí no son autos simplemente, sino mis hijos”, explica a NOTICIAS desde Italia, adonde viajó para retirar un nuevo auto-hijo: un Pagani Zonda Revolución valuado en 2,2 millones de Euros (diseñado por el argentino Horacio Pagani) al que él apodó “Black Minion”, como los muñequitos de “Mi villano favorito”. Es imposible patentarlo, no se lo puede sacar a la calle siquiera: es casi un Fórmula Uno y solo puede manejarse en pistas privadas. Es un juguete caro, pero Pablo está en condiciones de permitírselo. “Es que correr es una pasión que llevo en la sangre, igual que mi viejo”, dice. El viejo es Gregorio Perez Companc, el tercer hombre más rico del país y uno de los pocos argentinos cuya fortuna alcanza para entrar en el ranking Forbes. Hermanos. Estuvo unos dos años peleado con Luis, que hoy maneja los destinos de Molinos. También con Jorge, corredor de Rally. No le gusta hablar de eso, solo dice que hoy está “once puntos”: “A mis hermanos los adoro a los seis”, insiste. La pelea, contó alguna vez, tuvo que ver con un malentendido económico entre Pablo y el manager automovilístico de su hermano. Dice que, en Argentina, es imposible ser un Perez Companc sin que la gente quiera sacarle plata. Por eso se mudó a Miami y se hace llamar Perez a secas. “En Argentina siempre fui ‘el hijo de’. Afuera soy uno más, aunque ahora con 31 me di cuenta de que cada uno puede pensar lo que quiera, cada uno sabe la persona que soy por más que sea ‘el hijo de’”.
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