20 sept 2016

LOS LEGISLADORES LE DEBERIAN PEDIR LA RENUNCIA A CANO?

Gustavo Rodríguez | LA GACETA
La capacidad de asombro de los tucumanos se desvanece cuando, día a día, quedan boquiabiertos al descubrir cómo creció el narcotráfico en los últimos tiempos. En lo que puede ser considerado como un lunes negro, ayer estallaron dos bombas más en esta historia que pareciera no tener fin. Ya no quedan dudas de que en la provincia existen bandas organizadas con recursos y logística suficientes darle envergadura nacional a este negocio. Lo peor fue que ayer se confirmó una suerte de mito popular: desnudó un vínculo político con los “narcos”. No importan las explicaciones que dio el legislador Ramón “Cacho” Cano. Él le dio cobijo a Julio César Trayan, acusado de ser integrante de una banda “narco”, para que hiciera política en su nombre. En un país serio, ese dirigente estaría sacando sus pertenencias de su oficina. O al menos sus pares deberían haberle exigido que presentara su renuncia. Con la sospecha ya se mancha nada menos a que la Legislatura. En el operativo que desarrollaron los hombres de la Policía Federal quedó al descubierto que Tucumán se transformó en terreno fértil para que se desarrolle el negocio de la muerte. Ya no sólo hay facilidad para ingresar las sustancias desde el exterior y después enviarla a otras provincias por casi los mismos caminos, sino que además, según se desprende de esta investigación, hasta se pueden conseguir precursores químicos para procesarla. Mientras el panorama se oscurece más, los dirigentes aún no se pusieron de acuerdo sobre la conveniencia de dictar la ley de emergencia para la lucha contra el narcotráfico, como lo sugirió el juez federal Fernando Poviña. Al menos se abrió el debate en el ámbito de la Legislatura. Pero con las palabras no alcanza. La sociedad exige y necesita acciones concretas para dejar de sorprenderse.

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