19 ene 2017

Salta: Encuentran los restos de la gente arrastrada por el alud

Lugareños encontraron los cadáveres de Hipólito Quipildor y Bernardina Vilte. Los puesteros perdieron sembradíos, ganado menor y viviendas. La fuerza de la naturaleza fue demasiado para la Quebrada del Toro. En las últimas horas recién pudieron encontrar los restos de las dos personas que fueron arrasadas por el alud en la zona de Pascha, ubicado en medio de los cerros, en el departamento de Rosario de Lerma. Los familiares denuncian abandono de persona por parte de las autoridades, ya que aseguran que nadie los ayudó. Estas personas sufrieron el terrible temporal de lluvia y barro que se desató en la zona el lunes pasado, y que además dejó a cientos de personas varadas sin poder cruzar a Chile, ni regresar a la Capital salteña. "Recién me llamaron del cerro. Encontraron el cuerpo de mi primo. Estaba en la zona donde está la casa que fue arrasada. Lo encontraron los lugareños y mis hermanos", le dijo a El Tribuno Silvia Vilte, hermana de Bernardina Vilte y prima de Hipólito Quipildor. Ambos perdieron la vida tras el alud. Un rato después encontraron también a Bernardina.
Muy acongojada y con mucho enojo, Silvia dijo que ninguna autoridad se comunicó con ellos. "No llegó nadie. Ni la Policía, ni Gendarmería para ayudarnos a buscar los cuerpos". La mujer comentó que para llegar hasta Pascha deben viajar en vehículo por la ruta 51 hasta llegar a Ingeniero Maury. De ahí hay que andar cinco horas a caballo subiendo por los cerros y continuar cinco más hasta llegar al lugar. Para la búsqueda de los cuerpos, lugareños que son de la comunidad originaria Incahuasi, llegaron hasta donde estaba la casa de los Vilte. Silvia contó que ellos sienten que "hubo abandono de persona. Nadie se comunicó con nosotros, no nos dan respuestas y la gente que está en la búsqueda duerme a la intemperie, no tienen comida ni abrigo. El forense llegaría mañana, pero no nos saben explicar cómo harán para bajar los cuerpos".
Pérdidas
El alud de Abra La Cruz, que se multiplicó en varios aluviones que terminaron en la parte baja de la quebrada, dejó un saldo extremadamente negativo. Ganado muerto, casas destruidas, plantaciones estropeadas, caminos y asfalto deteriorado y un costoso puente en la zona de El Candado que parece inutilizado, cuando la obra aún no fue terminada. Son pérdidas millonarias para un vasto sector que fue golpeado por la furia de la naturaleza. Cuando todavía algunos pobladores no se reponen de los temblores del 2010, ahora la furia implacable de la tierra volvió a sacudir a los parajes de la Quebrada del Toro adentro, adonde se llega solo a lomo de mula o en vehículos todo terreno. El trazado de la ruta nacional 51 quedó desdibujado casi por completo en el tramo que va de Campo Quijano a la zona de Alfarcito. Apenas saliendo de Quijano, bajo el viaducto del Toro, la cinta asfáltica ya no está más. "El agua se llevó puesto el camino. Esta traza nueva no sirve. No hay camino. Todo es igual que hace unos años atrás. El temblor del año 2010 volteó todo el camino viejo. Ahora el agua. Por acá no se podrá pasar si no se hacen bien las cosas", dimensionó la situación Gregorio, uno de los vecinos que a diario se traslada por la ruta 51 para llegar al paraje El Mollar.
Una máquina pesada aparece en escena sobre el lecho del río, con sus toneladas de hierro arrastradas. Cerca de El Candado, distante a 35 kilómetros de la capital provincial, una obra de gran dimensión correspondiente al proyecto de la nueva ruta nacional 51 quedó menoscabada por el torrente de agua, lodo y piedras. Llamativamente, las columnas del viejo ramal C-14 soportaron la embestida de la naturaleza sin problemas. El tramo conocido como "la variante de la ruta nacional 51", entre los kilómetros 35,07 y 39,57 quedó casi tapado. El viaducto de El Candado, considerada la obra vial más importante de la provincia, con un largo total de 382 metros, 10 metros de ancho, y columnas de 2 metros de diámetro y altura variable de entre 6 y 12 metros de profundidad, se convirtió en una estructura endeble, a punto de colapsar, por el agobio de la erosión de la tormenta. Siguiendo por el camino, el paisaje se mezcla entre la tranquilidad pasmosa de la geografía y el desastre natural. Entre el cielo azul y el verde de los cerros surge el contraste indeleble de los parajes arrasados por el lodo y las enormes piedras. Chorrillos, por poco no desaparece del mapa. Alrededor de treinta viviendas de adobe quedaron inutilizadas. No hay agua potable. Llegó la ayuda con alimentos y abrigo, pero alcanzará para unos pocos días. El ganado está muerto y los sembradíos de papas y habas ya no existen. "¿De qué vivimos si no es de nuestra tierra y animales? Nos salvamos porque Dios así lo quiso, pero ahora no sabemos cómo seguir" se lamentó Víctor Cruz, cacique de la zona.

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