4 oct 2010

NEXO ENTRE REPRESORES DE SANTIAGO Y TUCUMÁN

El juicio Kamenetzky develó el nexo entre los represores locales y Bussi. Testimonios de sobrevivientes en centros clandestinos de detención de Tucumán, confirmaron el trabajo articulado entre el grupo de tareas de Azar Curi y el por entonces jefe de la V Brigada del Ejército. El juicio por el crimen de Cecilio Kamenetzky que se desarrolla contra Musa Azar Curi, Tomás Garbi y Ramiro López Veloso, integrantes del aparato represivo santiagueño, va revelando la historia de cómo se implementó el terrorismo de Estado en esta provincia y muchos aspectos ocultos de una estructura organizada para exterminar oponentes. Uno de ellos, es el nexo que había entre el grupo de tareas locales que comandaba Musa Azar Curi, desde el Departamento de Informaciones Policiales (DIP), con el ex jefe militar de Tucumán, Antonio Domingo Bussi. Ello quedó comprobado con los testimonios de ex presos políticos que señalaron que muchos santiagueños detenidos ilegalmente o secuestrados eran trasladados a la vecina provincia para ser sometidos a duros castigos en centros clandestinos de detención (CCC), algunos verdaderos campos de concentración, que funcionaron en la vecina provincia. Los relatos ubican a muchos comprovincianos en sitios tristemente célebres como la “Escuelita de Famaillá”, “El Reformatorio” o el Arsenal Miguel de Azcuénaga, por donde pasaron miles de presos políticos de las distintas provincias del NOA.
  Ser llevado a Tucumán o a la Unidad 9 de La Plata, dependía de la situación de ilegal o legal de la persona. Así lo confirmó Luis Garay, presidente del Instituto Espacio para la Memoria y ex preso político, quien señaló que los detenidos de los años 74 y 75, seguían la gran mayoría, el camino de la “legalidad”, señaló irónicamente. “Había detenciones ilegales pero no había, salvo algunas excepciones, desaparecidos. La desaparición forzada de personas, es decir los secuestros y concentración en campos comienza en el Norte argentino con el Operativo Independencia, el 15 de febrero de 1975”, ilustró. De acuerdo con los informes que tiene la Justicia Federal y los organismos de derechos humanos, los santiagueños trasladados a estos CCC fueron desaparecidos, aunque hubo excepciones como la del músico Héctor Galván, “chupado” en Santiago por Azar Curi y sus hombres y luego liberado, tras haber permanecido cautivo durante meses en Tucumán.
Relatos del horror
La semana pasada, Galván dio un dramático relato ante el Tribunal Oral Federal de cómo fue detenido y torturado por el grupo de tareas local, tormentos que continuaron en el Arsenal Azcuénaga, en el “Jardín de la República”. Torturas constantes, hacinamiento y condiciones infrahumanas, era el trato que recibían los detenidos en estos sitios, mencionó. Contó que en el CCC estuvo con Mario Giribaldi y que también observó a su cuñado Miguel Lescano (desaparecido), quien era amigo de Giribaldi. Uno de los recuerdos que lo marcó, fue la comida: sopa y cáscaras de naranja y mandarina; cuando fue detenido pesaba 67 kilos, al volver, 47. También, el destino de una joven tucumana que estaba embarazada, y con la cual bromeaban sus torturadores, diciendo que iban a ser los padrinos de la criatura. Galván dijo que la joven temía que cuando tuviera a su bebé la iban a matar. Su premonición era muy cierta, días después de dar a luz se la llevaron y no apareció más. Otro testigo-sobreviviente, el añatuyense Osvaldo Pérez, detenido en Chaco y llevado a Tucumán, compartió cautiverio con varios jóvenes santiagueños, primero en El Reformatorio y luego en el Arsenal Azcuénaga. Durante su testimonio, el pasado jueves, recordó a Galván, a Giribaldi, pero también a Gloria y Miguel Figueroa Nieva, Armando Arquetti y Santiago Díaz (estos últimos cuatro desaparecidos). En su declaración, Pérez dijo que todos estos santiagueños le señalaron haber sido detenidos por Azar Curi y su gente, y que tras un interrogatorio y una sesión de torturas en la “Side” (como se conocía a la DIP), fueron llevados a Tucumán en el baúl o el piso de un automóvil. “Son desaparecidos que han sido concentrados en Tucumán, detenidos ilegalmente aquí, interrogados y por alguna razón, trasladados a Tucumán. A veces directamente se los trasladaba, otros han permanecido aquí y han desaparecido aparentemente aquí porque nunca se supo el destino ni fueron vistos en Tucumán”, agregó Garay quien amplió la lista de los que estuvieron en los campos de concentración tucumanos. Fue así que mencionó al diputado provincial Eduardo Miguel; el Dr. Luis Lescano; Germán Cantos, Anabel Cantos, Luis Antonio Cantos y Marta Castillo, todos desaparecidos. Sobre la situación de detención, Garay dijo que las personas permanecían atadas con alambre, porque ante la cantidad de gente no había tantas esposas. A veces también se engrillaba al detenido, con los pies sujetos, y en todos los casos, estaban vendados. “Por lo general, se manejaban con números, nunca con los nombres legales, y tampoco con los nombres legales de los que cuidaban ese lugar y los torturadores”, agregó Garay.
Vínculo sangriento
Los testimonios escuchados en el juicio Kamenetzky resultaron trascendentes para confirmar la injerencia del jefe de la Quinta Brigada del Ejército en Tucumán, Antonio Domingo Bussi, en las operaciones de los grupos de tarea en Santiago del Estero. Es que uno de los argumentos de la defensa de Bussi, era que de acuerdo con el plan de seguridad diseñado por los militares, Santiago del Estero dependía del Tercer Cuerpo del Ejército de Córdoba, que comandaba Luciano Benjamín Menéndez. En este sentido, el testimonio que brindó la ex policía Miriam Carreras, quien prestó servicios en la DIP desde 1974 a 1978, fue determinante para comprobar el vínculo entre Bussi y Azar Curi. La testigo comentó que Bussi llamaba a Azar Curi, quien se refería al militar como “El jefe” y que ambos sabían mantener largos diálogos. La mujer incluso señaló que el militar estuvo varias veces en la “Side”. “Era una estructura bastante dinámica, donde había una comunidad de información, integrada por distintos estamentos del Estado, fuerzas de seguridad, que tenían reuniones y un contacto fluido, que intercambiaban información. Cuando se detenía a gente que podía llegar a tener una relación con Santiago, viajaban comisiones de Santiago al lugar adonde había sido detenido, y se los interrogaba y ahí se definía el destino que iba a tener”, expuso Garay sobre este nexo entre Tucumán y Santiago. Uno de los ejemplos claros es el caso de Osvaldo Pérez, atrapado en Chaco y que luego fue buscado por una comisión de Tucumán. Los informes elaborados por Azar Curi y su gente resultaban claves para el destino de las personas. Una vez en Tucumán, eran sometidos a interrogatorios por 15 días, “después de eso, (ellos) evaluaban si era útil o no seguir interrogándolos. O a veces se determinaba si iban a permanecer o no. Era lo que se denominaba la evaluación final, o el destino final de la persona (DF)”, explicó Garay. “Se decía que si te pasaban a disposición del Poder Ejecutivo te ponían en la Justicia o te hacían desparecer, o sea te asesinaban. Ésas eran las posibilidades”, dijo. Esto quedó reflejado durante el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ex Jefatura de Tucumán. Allí, un testigo que fue informante de la Policía entregó al tribunal una serie de listados que contenían el destino que habían tenido muchos de los presos y desaparecidos. Entre ellos apareció el nombre del santiagueño Augusto Miguel, cuya inscripción DF al costado, significaba que había sido asesinado.

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