Aerolíneas tiene 32 pilotos por avión
Los increíbles beneficios de un gremio selecto. La interna gremial y las pérdidas que costean todos los argentinos. Cuando el secretario de Transporte era Ricardo Jaime, recibió un informe de una consultora privada sobre la viabilidad de Aerolíneas Argentinas (AA). En lenguaje coloquial, la conclusión del trabajo era la siguiente: la empresa es como un restaurante, con treinta mesas, atendidas por 900 mozos. Los técnicos que desarrollaron el informe se referían a la cantidad de pilotos que tiene la línea de bandera nacional. En la actualidad son 1.100, con 34 aviones. Eso da un promedio de 32 pilotos por aeronave. “Es una locura”, graficó a PERFIL un funcionario del Gobierno nacional. “Como una exageración, tiene que haber 15 pilotos por aeronave”, explicó. Desde que AA volvió a manos del Gobierno, la cantidad de pilotos aumentó al menos dos veces. Perciben un sueldo acorde al mercado internacional, que oscila entre los 10 mil y los 15 mil dólares, más viáticos, días de descanso por huso horario que pasan en vuelo (por ejemplo, a Madrid, lograron que la ruta fuera de 12 husos horarios cuando en realidad son 11 los que se pasan), se alojan en hoteles cinco estrellas, tienen autos alquilados, y la perla más extravagante: consiguieron que un taxi los pase a buscar por la casa para ir a trabajar y su horario empieza a correr desde que se suben al coche. Si el viaje se demora, se excusan diciendo que por tres minutos el vuelo no puede salir por “normas de seguridad”. La gran diferencia con otras aerolíneas es que todos estos gastos ahora los financia el Estado. Se depositan casi 2 millones de dólares por día para la línea de bandera. En total, desde que se hizo cargo el Gobierno, se invirtieron en la empresa alrededor de 2.100 millones de dólares. El propio Mariano Recalde, actual presidente, advirtió: “La mayor parte del dinero se va en sueldos”. Hoy, Aerolíneas tiene seis flotas. Posee tres Jumbos, siete Airbus 340, 14 737-700, siete 737-500 y tres MD. Hacen casi tantas rutas internacionales como nacionales, lo que claramente es perjudicial para la empresa. Los especialistas en el mercado, e incluso algunos funcionarios dentro del Gobierno, consideran que Aerolíneas se tiene que dedicar a los vuelos de cabotaje y a las rutas internacionales rentables, que no pasan de Roma, Madrid o Nueva York. Existen otras irrisorias, como Miami. “Es descabellado que con el subsidio del Estado, es decir con dinero de todos los argentinos, estemos financiando vuelos como el de Miami, que otras empresas hacen con frecuencia y que a Aerolíneas le generan pérdidas, no puede competir”, precisó. El más emblemático de todos los vuelos es el que va a Auckland. Es una ruta a Nueva Zelanda, un vuelo traspolar, que es usado casi exclusivamente por los brasileños porque no hay otra aerolínea que haga ese recorrido. El 90 por ciento de los pasajeros son extranjeros. Cuando llegan a Auckland, los pilotos tienen entre 12 y 15 días de descanso. Para fuentes del Gobierno, el poder del gremio es uno de los grandes obstáculos para el funcionamiento de la empresa.
Los increíbles beneficios de un gremio selecto. La interna gremial y las pérdidas que costean todos los argentinos. Cuando el secretario de Transporte era Ricardo Jaime, recibió un informe de una consultora privada sobre la viabilidad de Aerolíneas Argentinas (AA). En lenguaje coloquial, la conclusión del trabajo era la siguiente: la empresa es como un restaurante, con treinta mesas, atendidas por 900 mozos. Los técnicos que desarrollaron el informe se referían a la cantidad de pilotos que tiene la línea de bandera nacional. En la actualidad son 1.100, con 34 aviones. Eso da un promedio de 32 pilotos por aeronave. “Es una locura”, graficó a PERFIL un funcionario del Gobierno nacional. “Como una exageración, tiene que haber 15 pilotos por aeronave”, explicó. Desde que AA volvió a manos del Gobierno, la cantidad de pilotos aumentó al menos dos veces. Perciben un sueldo acorde al mercado internacional, que oscila entre los 10 mil y los 15 mil dólares, más viáticos, días de descanso por huso horario que pasan en vuelo (por ejemplo, a Madrid, lograron que la ruta fuera de 12 husos horarios cuando en realidad son 11 los que se pasan), se alojan en hoteles cinco estrellas, tienen autos alquilados, y la perla más extravagante: consiguieron que un taxi los pase a buscar por la casa para ir a trabajar y su horario empieza a correr desde que se suben al coche. Si el viaje se demora, se excusan diciendo que por tres minutos el vuelo no puede salir por “normas de seguridad”. La gran diferencia con otras aerolíneas es que todos estos gastos ahora los financia el Estado. Se depositan casi 2 millones de dólares por día para la línea de bandera. En total, desde que se hizo cargo el Gobierno, se invirtieron en la empresa alrededor de 2.100 millones de dólares. El propio Mariano Recalde, actual presidente, advirtió: “La mayor parte del dinero se va en sueldos”. Hoy, Aerolíneas tiene seis flotas. Posee tres Jumbos, siete Airbus 340, 14 737-700, siete 737-500 y tres MD. Hacen casi tantas rutas internacionales como nacionales, lo que claramente es perjudicial para la empresa. Los especialistas en el mercado, e incluso algunos funcionarios dentro del Gobierno, consideran que Aerolíneas se tiene que dedicar a los vuelos de cabotaje y a las rutas internacionales rentables, que no pasan de Roma, Madrid o Nueva York. Existen otras irrisorias, como Miami. “Es descabellado que con el subsidio del Estado, es decir con dinero de todos los argentinos, estemos financiando vuelos como el de Miami, que otras empresas hacen con frecuencia y que a Aerolíneas le generan pérdidas, no puede competir”, precisó. El más emblemático de todos los vuelos es el que va a Auckland. Es una ruta a Nueva Zelanda, un vuelo traspolar, que es usado casi exclusivamente por los brasileños porque no hay otra aerolínea que haga ese recorrido. El 90 por ciento de los pasajeros son extranjeros. Cuando llegan a Auckland, los pilotos tienen entre 12 y 15 días de descanso. Para fuentes del Gobierno, el poder del gremio es uno de los grandes obstáculos para el funcionamiento de la empresa.
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